Breve historia del parque de Santa Lucía.
“Como un primer cinturón amurallado, que antecede al viejo perímetro defensivo de la ciudad, se extiende, sobre un bancal, el Parque de Santa Lucía. Su ubicación, mirando al suroeste, no altera ni oculta la monumentalidad de los torreones y almenas, y ofrece unas extraordinarias vistas del campo de Jerez.
Las primeras referencias sobre el Parque de Santa Lucía datan de 1728; en el libro de acuerdos de dicho año se recoge el agradecimiento a todos los vecinos por su colaboración en la ejecución de dicho parque:
Desde la fuente nueba hasta la ermita de Santa Lucía y plazuela que en ella se hace para ennoblecer la ziudad y ponerla con las circunstancias que se merece.
El parque toma el nombre de la antigua ermita de Santa Lucía que se encontraba en las proximidades. El templo original es anterior al siglo XVIII aunque fue reconstruida en la primera mitad de ese siglo, como recuerda la placa situada en la entrada este del parque:
En este lugar estuvo la ermita de Santa Lucía en su antiguo emplazamiento y reedificada en 1714.
La ermita, objeto de la desidia y el abandono se fue arruinando paulatinamente hasta su desaparición a finales del siglo XIX. Sobre su solar o en otro lugar próximo, los historiadores exponen diversas versiones, se construyó una nueva ermita que fue derribada en 1956 para la construcción de un quiosco-bar.
Luís Fernando Soriano del Archivo municipal comenta en el boletín de información local algunos acontecimientos relevantes en la historia del parque:
En 1784, tras un lluvioso y calamitoso invierno, el parque sufrió inundaciones y enormes destrozos, quedando totalmente arruinado para el disfrute público. Inmediatamente se procedió a su total recuperación con las obras de desmonte, nivelación y composición, que quedaron concluidas un año después con un coste de 14.642 reales y 32 maravedís. A ella contribuyeron voluntariamente los jerezanos, unos con dinero, como el gobernador de la ciudad D. Fernando de mena y Solís que aportó 3.900 reales de su bolsillo, y otros con sus manos y su trabajo Del montante total de las obras se invirtieron, por ejemplo, 1.658 reales en cal procedente de los hornos del Valle de Santa Ana o 2.809 reales para pagar las labores de barrenero, pedreros y pólvora utilizada, o los poco más de 100 reales en queso y vino para los peones y maestros albañiles voluntarios.
En 1880 otro temporal obliga a realizar obras de reparación en los muros de contención.
En 1883 salió a concurso la convocatoria de guarda del parque para atender a su vigilancia y mantenimiento. Se exige a los aspirantes buena conducta, aptitud para el trabajo y obligación de sostener una caballería para dedicarla al riego en la temporada que se necesite y colocar por su cuenta dos cancelas de madera en las cortadas del parque.
En 1884 se nombra director de los trabajos del parque a D. José de Guzmán, quedando el guarda subordinado a él. Estos nombramientos son una muestra de la importancia que el lugar tenía para la población, sirviendo de lugar de recreo, paseo y asueto.
En 1885 se instala un teatro de verano.
En 1886 se decide ubicar en el parque la nueva Feria de mayo, aunque contó con la oposición de los comerciantes de la plaza.
En 1892 se autoriza la apertura de un bar en el edificio que había sustituido a la antigua ermita.
En el siglo XX los hechos más relevantes de los que tenemos constancias son los siguientes:
Entre los años 1929 y 1931 la crisis económica que golpeó al mundo entero provocó un aumento del paro en la población que se intentó paliar mediante el aumento de las obras de iniciativa pública. Una de las obras que se promovieron fue la remodelación del parque. En esta época se construye la fuente, que primitivamente era de hormigón; la pérgola (quiosco de la música), y se consolida el muro de contención con sus arriates, asientos y respaldos de hierro.
El parque adopta su estructura actual con sus jardineras de ladrillo y balconadas metálicas que hacia fuera miran al vacío, simulando bancos hacia el interior.
El 4 de mayo de 1970 se inaugura el monumento a Cristóbal Colón situado en las inmediaciones de la puerta oeste. Esta estatua compuso, junto a otras, la Glorieta de los Descubrimientos en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en el año 1929. La construyó el escultor Lorenzo Coullant Valera.
En el año 1990 se inaugura en el parque el I Salón del Jamón permaneciendo fiel a su cita anual hasta 1997 en el que debido a la dimensión extraordinaria que para la población había adquirido el evento, se decidió su traslado a otras instalaciones con mayor capacidad.
En 1996 la Concejalía de Medio Ambiente inició la recuperación de las zonas verdes del parque, enmarcándola dentro de la iniciativa “Campo de Trabajo Verano-96”. A esta iniciativa siguieron otros proyectos de obra civil en 1997 (obras en el lienzo de la muralla con un presupuesto de 15 millones de pesetas) y en 1998 (obras de remodelación general).
Algunas de estas últimas actuaciones se indican a continuación: Rehabilitación del quiosco de la música; rehabilitación de la fuente, sustituyendo la obra de hormigón por fábrica de ladrillo visto, mucho más adecuada a la prestancia del lugar; transformación de los paseos dotándolos de lanchas de piedra, nuevos bancos y renovando su arbolado; creación de una rocalla en la parte este del parque; instalaciones de riego por goteo y saneamiento, y renovación del material vegetal (arbolado, césped, setos).
Unos años después de la última remodelación, el parque exhibe su belleza y es digno compañero de los extensos paisajes rústicos que se extienden a sus pies y de los monumentos, con cientos de años de historia, como la iglesia de Santa María que se divisa en lo alto.”
JARDINES CON HISTORIA (VI): PASEANDO POR NUESTRAS FRONTERAS DE HOY Y DE AYER.
Teresa Bartolomé García – Rocío Velázquez Otero – José Miguel Coleto Martínez